El 6 de noviembre, Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados, nos brinda en Scalabrinianas Misión con Migrantes y Refugiados (SMR) una oportunidad vital para reflexionar sobre las heridas menos visibles que los conflictos dejan en nuestro planeta. En una realidad global donde la explotación de los recursos naturales ocurre sin descanso en medio de guerras y conflictos, las consecuencias no solo impactan la vida humana, sino también la tierra, el agua y los ecosistemas que sostienen a las personas.
Esta fecha, promovida por las Naciones Unidas, nos recuerda que no puede existir paz duradera sin una armonía profunda entre el ser humano y su entorno natural.
En América Latina y el Caribe, trabajamos con personas en contexto de movilidad que nos muestran cómo la migración y la explotación ambiental están profundamente interrelacionadas. Como destacan Carrión Mena y Enríquez Bermeo (2023), esta región ha llegado a convertirse en una plataforma para el tráfico de personas, un negocio que se alimenta de la violencia estructural y la pobreza, y que prospera en territorios donde la explotación de recursos naturales y eventos naturales ha devastado comunidades y ecosistemas. Nos encontramos con miles de personas que han sido obligadas a migrar debido a la inestabilidad política, la violencia y la falta de oportunidades en su lugar de origen, factores que también afectan a los ecosistemas de los que dependían para sobrevivir.
Desde SMR, este día nos recuerda la importancia de acompañar tanto a las personas como a sus entornos. No solo asistimos a quienes buscan una vida mejor, sino que también somos testigos de cómo los recursos naturales en sus lugares de origen son explotados como herramientas de control o destruidos por intereses privados, generando aún más pobreza y migración. La degradación ambiental se convierte en otra herida de guerra, y vemos cómo muchas de las personas migrantes que cruzan México o Centroamérica provienen de regiones donde la degradación ambiental ha hecho la vida insostenible.
No puede haber paz sin una gestión justa y sostenible de los recursos naturales, pues la destrucción de los ecosistemas es una amenaza a la dignidad humana y a la paz.
La Migración en América Latina y la Explotación del Entorno
La migración en América Latina es un fenómeno marcado por desigualdades y conflictos, un ciclo de explotación humana y ambiental que obliga a las personas a arriesgarse en rutas migratorias extremadamente peligrosas. Rutas como el Tapón del Darién, así como pasos migratorios a través de desiertos y montañas, son solo una parte visible de una problemática más profunda. Estas rutas representan no solo un riesgo para quienes migran, sino también una amenaza para los ecosistemas frágiles que atraviesan. En nuestro trabajo, somos conscientes de que estas rutas reflejan una herida profunda, una intersección de crisis que requiere que abordemos el problema desde sus raíces. Las personas migrantes no solo llevan consigo las cicatrices de los conflictos en sus países de origen, sino que también enfrentan la explotación en cada paso de su travesía hacia el norte.
Este ciclo de violencia y explotación se ve exacerbado por políticas restrictivas en los países de destino, que fortalecen sus fronteras sin abordar las causas subyacentes de la migración. Desde SMR, observamos que estas políticas no solo fomentan la explotación de las personas en movimiento, sino que también intensifican la destrucción de los ecosistemas en las rutas migratorias, afectando la biodiversidad, los suelos y los recursos hídricos. Este desplazamiento masivo y desorganizado deja cicatrices en el entorno, y muestra que los enfoques restrictivos no logran frenar los flujos migratorios, sino que aumentan los riesgos y costos humanos y ambientales.
Un Llamado a la Paz y la Justicia Social
El Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados es un recordatorio para toda la humanidad de la necesidad de asumir la responsabilidad de proteger tanto a las personas como al entorno en el que habitan. Para SMR, la paz y la justicia social solo son alcanzables cuando se respeta la vida humana y la naturaleza, y cuando se actúa desde una ética que entiende que el planeta es nuestra casa común. Inspirados en el llamado del Papa Francisco a construir una “Iglesia en salida”, acompañamos a las personas en contexto de movilidad en su camino, acompañar y proteger el entorno que les permite vivir en dignidad y esperanza es atender una de las causas de la migración.
Hoy, más que nunca, el cuidado de la creación es una tarea de todos: gobiernos, comunidades, personas de fe y cada ciudadano en sus decisiones diarias. La crisis migratoria en América Latina, impulsada por conflictos, eventos naturales mal gestionados, la explotación humana del medio ambiente, nos invita a responder con acciones solidarias y a construir políticas que no solo alivien el sufrimiento humano. En SMR renovamos nuestro compromiso de acompañar a quienes buscan una vida digna, defendiendo una paz en armonía con el medio ambiente, luchando contra esa “globalización de la indiferencia” que el Papa Francisco denunció en Lampedusa.